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Marruecos Presahariano. Hábitat y Patrimonio

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Exposiciones, Noticias

– Exposición en el Colegio de Aparalladores de Barcelona durante Marzo de 2011 –

Marruecos es un país extenso y diverso. La cordillera del Atlas es la gran frontera natural entre el fértil norte del Mediterráneo y el árido sur subsahariano.

En este hostil territorio, en el límite del desierto, el agua es la vida. La vida nace en la cima de las montañas y desciende por sus valles y penetra en el desierto, en forma de lagos y oasis.

UN HÁBITAT ÚNICO
El hombre ha sabido administrar este tesoro durante miles de años, aprovechando hasta la última gota. La tradición nos ha enseñado a construir eficientes sistemas de riego, a emplazar las viviendas al límite de las tierras de cultivo, a adaptar los edificios a las condiciones del entorno ya organizarla una trama urbana y estructura social que les permitiera enfrentarse tanto a la agresividad del clima como a los ataques de sus enemigos.

Ksour, kasbahs, tghremt, ighrem, agadir, douar, saguias, khettaras… son el resultado. Un hábitat único en el mundo, donde la naturaleza es cuidada como en ningún otro lugar y la arquitectura más modesta es un auténtico monumento por su forma, presencia, racionalidad, economía de medios y capacidad para dar respuesta a las necesidades de los suyos. habitantes.

UN PATRIMONIO AMENAZADO
La influencia exterior se inició durante la época del protectorado. Después, la emigración hacia ciudades o en Europa, el turismo, la televisión, los nuevos materiales y las nuevas tecnologías han ido conformando una nueva mentalidad. La sociedad ha cambiado y aparecen nuevos mitos, nuevas necesidades y nuevas exigencias.

Los ksour se abandonan en búsqueda de nuevos asentamientos. La estructura social se rompe. El agua, la vida, se desperdicia fuera de control. Éstos, y algunos más, son los factores clave que hoy en día amenazan el patrimonio de la región, en un frágil y complejo equilibrio entre hábitat y entorno.

UNA SOSTENIBILIDAD
Mejorar las condiciones de la vida de la población, incorporando todos los servicios que un hábitat digno exige hoy en día, es una premisa irrenunciable. Encontrar la fórmula que permita conseguir este objetivo sin renunciar a los valores culturales ancestrales de un pueblo, es un gran reto.